martes, 25 de mayo de 2010

Maldito karma




Con el karma sucede como con el amor tirano de don Luís de Góngora, que no te deja en paz, ni aunque lo llores.
Todos, más o menos, sabemos de qué va la cosa, quien siembra vientos recoge tempestades, así que si en esta vida te dan bofetadas a mansalva, es que en una vida anterior acumulaste mal karma. Y, si naces más que con un pan, con una cuenta corriente de por vida, es que en una vida anterior fuiste más que bueno, un santo varón.
Los cristianos dicen que el sufrimiento es una prueba que casi hay que acoger con alegría. El grupo de religiones adeptas a la ley del karma (budistas, hinduistas, banqueros, neoliberales y pijosociatas, entre otros centenares de confesiones) considera que el sufrimiento es una consecuencia a una acción pasada.
Yo, mis opiniones religiosas y espiritualistas, me las callo, aquí sólo se habla de literatura y sus prolongaciones, y mal asunto es el karma para la novela, adios a toda una tradición de literatura expositiva y de denuncia.
A no ser, claro, que la novela en cuestión sea como esta que pasamos a comentar, paródica y de humor. Aunque esta novela es poco literaria. Es divertida, amena, se lee con un pinrel alzado y sin cansarte. Un millón de alemanes la han leído y los alemanes, pese a su fama de tener la cabeza dura para el chiste, son gente inteligente y culta, dada a la reflexión filosófica, a la literatura y a la música. Dicen las malas lenguas que a un alemán le cuentas un chiste y se ríe solo dos horas después, cuando le coge el meollo. Pero Nietzsche, Hölderlin y Bach fueron alemanes, y los más grandes en lo suyo.


Tiene ingenio, el tal David Safier, es una máquina de parir chorradas ingeniosas, porque chorrada tras chorrada se va formando esta historia. No he llegado a carcajear como prometía la larga docena de alabanzas que se anuncian en solapas y contraportada, pero sí se ha pasado el rato. Mucho menos me parece hilarante.
David Safier, tal como aparece en esta foto, recuerda a ese compañero de clase que todos hemos tenido alguna vez, que es buena gente y siempre está risueño y siempre está contando chistecitos sobre cualquier cosa y sacándole la puntilla a todo. Es decir, más plasta que gracioso, más que guasón: graciosillo. Sin embargo, a este compañero se le perdona su humor abostezante -toma palabro que acabo de parir- porque siempre es preferible un compi bienhumorado y amable que un aguafiestas cetrino y cenutrio. Tiene otra novela que se llama Jesús me quiere, en la que a buen seguro va desgranando sus perlas fáciles y curiosonas.

En Maldito Karma Kim es una periodista de éxito que presenta un programa de debates políticos. A mí, por su descripción física y laboral, me recordaba a esa beldad de labios insolentes y culo gordo llamada Mamen Mendizábal, cuando presentaba 59 segundos.


Kim, por descuidar a su familia y ser infiel y ser muy mala en el trabajo pisoteando a la prójima, al palmarla después de caérsele el baño de una estación espacial rusa, renace en hormiga obrera.
Otros simpáticos personajes son Buda y Casanova, el célebre mujeriego, que acompaña a Kim en su periplo de vidas. Casanova escribe unas notas a pie de página sacadas de sus memorias mazo extravagantes, coleguillas.
Nunca se ha escrito una novela de humor igual, yo creo que Safier sufre incontinencia mental y todo lo que se le ocurre lo escribe.
Yo le etiquetaría en la misma sección que Tom Sharpe, más chiflado Safier y más humorístico Sharpe. Aunque Siafer tiene más imaginación descontrolada. Con Sharpe sí que nos hemos reído mogollón, mogollón de Aluche, como por aquí se dice. Hace unos añitos leí una novela española, de un tal Rodrigo Muñoz Avia: Psiquiatras, psicólogos, y otros enfermos. También tiene algo que ver con esta.
Sí tiene algún capítulo con el que te ríes, cuando Casanova y Kim acumulan buen karma como hormigas y al morir renacen como cobayas. El ex marido de Kim les mete junto a otros conejillos en un laberinto de espejos y comederos con trampa y ella, Kim, le pide el divorcio a gritos de cobaya.
Y así, en este plan.
El transfondo moral de la obrilla es conservador, haría las delicias de cualquier papista, pese a que a David Safier se le va la pinza a la hora de las páginas de sexo y erotismo. Con lo cual, absténganse de leerla los papistas. He ahí su paradoja.
Pero me ha gustado, el otro día hablábamos de literatura de evasión y de invasión, y esta cumple el cometido de la evasión.
Enhorabuena, tocayo, eres un gran tipo.

2 comentarios:

Hilvanes y Retales dijo...

Pues, al final del comentario, parece que usted salva de la quema al libro...libro que visto en las estanterías de la librerías, este hilvan deshilachado, lo sometería a la pila de libros a quemar por ser de aeropuerto...

No he leído la obra...

No voy a leer la obra...

Si he leído y releeré las veces que haga falta su comentario...

Hablando del Karma, lo que sí creo que es cierto, es que todos tenemos un algo, unos positivos otros menos positivo.

Quien no ha conocido a alguien que desde el primer instante te transmite malas/buenas vibraciones??? pues eso...

Otra cosa ya distinta es venir al mundo a limpiar una vida pasada...esa teoría no me cuadra mucho, que sentido tiene entonces la vida presente si resulta que es consecuencia de una anterior... entonces:

- Los errores existen para tener una vida futura llena de cosas buenas...
- Las cosas buenas existen para tener una vida futura llena de penas...

¿tengo o no tengo capacidad de decisión?

Y todo esto lo digo al margen de creencias...

Pos eso...

POs Data: No sé como lo hacen las chicas de la tele que mejoran tanto y tan bien con el paso de los años... ahysss!!!

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

Sí, la verdad que parece un contrasentido aquello de tener que pagar las deudas por un pasado que no recordamos. Pero los misterios de la vida nuestra son como un juego sin instrucciones, o con instrucciones en arameo-pekinés.
Eso pasa a veces, el encontrar a alguien que nos resulta conocido, o que nos hace tenerle más cariño o confianza, o menos.
Llamémosle empatía instintiva.
Sin razón objetiva, nos sentimos atraidos a aquellos que parecen tener un carisma especial, que acaso otros no ven.
La novela es ideal para un viaje, por ejemplo, para hacerlo más llevadero.
Y sobre Mamen Mendizábal, me gusta, hasta escribí un relato hace años inspirado en ella y en una amiga de la infancia, siendo las dos fundidas en un mismo personaje. Con retazos reales -que pasaron- e imaginados.
¡Gracias por su comentario, Hilvanes!