martes, 4 de mayo de 2010

Recoletos


Como todas las primaveras -quizá me he saltado alguna, pero luego hago penitencia en la cuesta de Moyano- ayer volví a la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, con voto de contención.
Pareados aparte, la tarde fue fría y airada, Mayo comenzó iracundo como lo debió haber sido Abril, que fue, en las últimas semanas, como un Agosto prematuro y abortado.
Meteorologías aparte, siempre es Otoño en Recoletos, el mismito Pío Baroja con su bastón y boina otoñales estuvo presente en la caseta número uno, en obra y fuente.
La fuente fue el libro estrella de la feria, todos los años se edita un libro para la ocasión, y esta vez tocó La mala vida en Madrid, de Bernaldo de Quirós y Llanas Aguilaniedo, curioso tratado taxonómico de la fauna tóxica de entresiglos. Don Pío Baroja lo usó para sus trilogía madrileña, aquella que retrata la vida como busca y lucha.
Eché de menos la feria primaveral, la de otros años, con el sofoco y la alergia, y el césped recoleto como descanso de las ropicortas estudiantes de filologías.
Paseé la feria con otro akabao, aquel librero que se hacía llamar CiudadanoQuien y que soltaba impagables perlas de talento como estas.
Así que la fiesta del ingenio y la guasa estuvo asegurada.
Lo bueno que tiene Recoletos en Primavera y Otoño es que saliendo con cinco eruros puedes hacer acopio de letras, y de las buenas. Y, al menos, uno de los dos libros que yo adquirí, no era de segunda mano, sino de primerísima, con prólogos, epílogos, y notas a pie de página, un Huckleberry Finn editado con pobreza y buen gusto, en edición juvenil -íntegra-, por Edelvives. Este años se conmemora el centerario de Mark Twain, y según dicen los expertos esta es obra que inaugura la novela moderna en los Estados Unidos de América.

Toda la literatura moderna estadounidense procede de un libro escrito por Mark Twain llamado Huckleberry Finn... Todos los textos estadounidenses proceden de este libro. Antes no hubo nada. Desde entonces no ha habido nada tan bueno.
Ernesto Hemingway

El otro, Almacén de antigüedades, de Charles Dickens, quizá también sea de primera mano, pero el paso de las décadas ha hecho mella en el tomito. No me costó más de dos euros. Libro viejo, éste, y de ocasión el anterior. Fue obra muy alabada en su momento, y jaleada con recochineo en los tiempos posteriores, por su sensiblería:

Uno tendría que tener un corazón de piedra para leer la muerte de la pequeña Nell sin echarse a llorar... de la risa.
Oscar Wilde

Terror de las editoriales, su estado anémico no es por culpa del e-book, flaco enemigo, si no por los viejos libros de las ferias de ocasión.

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